El serio humor de un dibujante cubista

Hay algo de automático en cada trazo de Mingote. Se intuye tras sus líneas rotas un dibujante compulsivo que, sin poder evitarlo, rasga con su plumilla la frágil hoja de papel hasta colmatarla. Hasta casi desbordarla.

Antonio-Mingote

Sus casi sesenta años de colaboración ininterrumpidas con el diario ABC constituyen un completo testimonio gráfico de un país convulso y cambiante1. Sus reflexiones, casi siempre en forma de viñetas, lo convirtieron en una figura controvertida hasta su muerte en abril de 2012. Pero el valor de sus dibujos, acuarelas e ilustraciones a tinta china está fuera de toda duda.

Mingote fue un dibujante autodidacta -¿acaso alguno no lo es?- que empezó a publicar sus trabajos durante la Guerra Civil Española2. Sin embargo, con el paso de los años parece haber mirado hacia fuera: uno diría que sus dibujos quisieron absorber el trazo hercúleo de Picasso, que sus figuras heredaron la insobornable libertad fovista de Matisse. Tal vez parezca excesivo comparar a un humorista gráfico con los dos grandes maestros figurativos del siglo XX; pero, bien pensado, el humor puede ser algo muy serio.

Notas:
1. Hoy, uno de los premios más prestigiosos del humor gráfico español lleva su nombre.
2. Mingote militó en el bando Nacional. Publicó con regularidad en la revista ‘La Cabra’ durante su estancia en la Academia de Transformación de Infantería; aunque ya con 13 años había publicado algún dibujo en la sección Gente Menuda del semanario ‘Blanco y Negro’.